Amigo lector de Espíritu Místico muchas gracias por la
aceptación del Blog.
Desde hace un tiempo transito lo que algunos llaman el
CAMINO ESPIRITUAL. Hay personas que preguntan cuánto tiempo llevo en esta senda,
yo sinceramente les respondo que no lo sé. Y es que, convencido de la
naturaleza espiritual de cada individuo y que a esta vida terrena, le preceden
muchas existencias, es difícil saber cuánto tiempo ha transcurrido desde el
momento de la creación hasta el presente.
Tocar el sistema de creencias es bastante complejo, pues dicho
acto estremece patrones conductuales que no todas las personas están en disposición
de afrontar.
El ser humano está sujeto al hecho cultural, político y religioso,
siempre condicionado por un dogma, siendo capaz de limitar y coartar su
crecimiento integral como ser. Así, todo cambio percibido hace ruido y a la
mente le encanta estar en zona cómoda, somos una especie de Bella Durmiente a
la espera del príncipe que nos despierte la conciencia y emprendamos nuestro
particular proceso de evolución. En la espera de ese príncipe, el ser es como un elefante de circo, es decir,
un individuo de gran fortaleza atado por un delgado cordel a una insignificante
astilla de madera clavada al piso.
Con lo anterior, no pretendo rechazar el hecho religioso, pues
al igual que las ciencias es de suma importancia en la generación de
valores humanos, éticos y morales que permiten la convivencia entre miembros de
una sociedad.
Ahora bien, una persona puede ser extremadamente religiosa y
carecer de espiritualidad, el dogma lo ha vuelto intransigente, intolerante y
sectario. En días pasados escuchaba la historia de dos mujeres que deseando
comulgar no lo hacían, devotas cristianas, fieles esposas, abnegadas madres, casadas
civilmente, más, no habían consumado el acto sacramental del matrimonio eclesiástico,
pequeño detalle para mí, un muro infranqueable para estas damas. No haber
recibido la bendición sacerdotal las hacía excluirse de recibir la carne y sangre del Cristo, lo
contrario sería todo un abominable sacrilegio. No más antes de escribir este
artículo, leía una nota de prensa que hacía referencia al curios hecho de unos
rabinos ortodoxos que viajaron 11 horas de pie entre New York y Tel Aviv alegando no poder sentarse al lado de mujeres, no debe ser fácil, querer descansar las piernas y no hacerlo por
estar encofrados en las cuatro paredes de una creencia.
Cuando una persona trasciende del hecho religioso al
espiritual, su cosmogonía cambia, empieza a ver la divinidad en todas partes,
las diversas escrituras y mensajes de los grandes pensadores y guías de la
humanidad adquieren un sentido más profundo, cosecha ilimitados conocimientos
los cuales integra a su cotidianidad tanto para crecimiento integral como para colaborar en la evolución colectiva. Se puede inferir que ha cruzado el punto místico entre lo terrenal y
lo espiritual. Aquí se le presentan pruebas más profundas, ya que al asecho
están la vanidad, la fantasía, el poder y la fama entre algunos ego-sentimientos mencionados por Vicent Guillem en su obra Las Leyes Espirituales, no hay
que olvidar que sigue siendo un alumno.
Hay mucho ruido, la expansión de la conciencia permite
nuevas experiencias y mayor capacidad de comprensión, a lo racional se le va
sumando lo sensorial, no es que antes no existiese, estaba allí latente,
esperando el despertar del ser espiritual que subyace bajo la fachada del ser
material.
Al principio no entendía como una sola persona podía seguir
varias corrientes, es decir, ser por ejemplo Católico, Santero y Kabalista, o ser
Taoísta, Shamanista y Gnóstico. Me preguntaba como una persona podía tan siquiera
comprender algo del basto conocimiento que encierra cada una de estas corrientes. No
encontraba la razón hasta que con motivo de la visita de una monja tibetana a
Caracas, medite el porqué del asunto. Antes de llegar a la conclusión, me
imaginé a Buda, Cristo, Maria Lionza y Yemaya, por nombrar algunos, cómodamente sentados en una sala
de estar, conversando y riendo sobre los líos existenciales de los
terrenales. Me preguntaba que tenían que ver entre sí, los cuatro icónicos personajes:
el sabio Guía Oriental, el Mesías Occidental, la Orisha Yoruba y la Reina Yaracuyana.
Comprendí que cada persona sigue su particular CAMINO
ESPIRITUAL, que no hay dos personas que lo transiten de igual manera, cada una adquirirá
justo lo que necesita, desechando lo que no sirva, almacenando lo que pueda ser
de utilidad en tiempo futuro. Por todo lo anterior, debemos ser respetuosos de
las decisiones y elecciones ajenas, antes advertir el error ajeno, auscultarse
asimismo, no sea que nosotros seamos el error y cuando sea menester, ayudar en lo que podamos. Claro
está que podemos disentir, emitir opiniones, pero nunca creernos dueños de la
verdad absoluta, pues somos apenas una partícula del todo. Necesariamente no tiene que ser el correcto, solo el tiempo le indicará a esa persona la veracidad de su elección y las acciones requeridas para enmendar el rumbo.
El CAMINO ESPIRITUAL es una senda de continuo ascenso,
aunque a veces hay descensos, un territorio inexplorado, lleno de escollos y
pruebas que hay que transitar sin afán, disfrutando el paisaje sin perder el
foco. Este camino es apto para todo ser que vaya descubriendo su esencia,
asimilando su naturaleza y alcanzando la mayor suma de felicidad posible. EL CAMINO ESPIRITUAL no implica abstraerse de la sociedad, por el contrario, éste ayuda a fluir y comprender al conglomerado de personas que la integran, aportando soluciones más reales a las situaciones que afectan al colectivo.
Namasté
Miguel Arturo Cabrera
Life & Spiritual Coach - Practicante de Yoga
Reikista - Motivador - Terapeuta Holístico
Caracas - Venezuela.
Twetter / Instagram: @espiritumistico
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