María Lionza, es la figura central del culto venezolano que ha logrado traspasar no solo las fronteras físicas territoriales de la caribeña república, sino también, la comprensión del hecho cultural, devocional y espiritual que le imprimen un carácter de guía ética y moral en la sociedad. El culto de carácter autóctono, es el movimiento espiritual más popular de Venezuela. En él, se amalgaman entre otras, la doctrina espiritista de Allan Kardec, la fe católica, los valores éticos y morales profesados por Jesucristo y sus apóstoles, la cultura popular, los ritos chamánicos, el conocimiento esotérico y místico, la buena voluntad, la devoción, la esperanza, la solidaridad y la inclusión entre muchos otros.
Definir el mito ha sido ardua tarea de historiadores, sociólogos, antropólogos, teólogos y fervientes devotos. Cada quién de forma colectiva o individual han tratado de conceptuar a la única deidad 100% venezolana que ha logrado sobrevivir llegar hasta el siglo XXI atravesando toda suerte de obstáculos. María Lionza ha sido testigo de excepción de los cambios culturales y sociales de la nación, desde la civilización indígena, pasando por la conquista española, las luchas independentistas y federalistas, la transición de una sociedad rural y campesina a una urbana y petrolera. Por tanto, es símbolo de identidad nacional, que representa la combinación armoniosa de las razas: indígena, africana y europea, raíces que juegan un rol fundamental en la estructura social y cultural de Venezuela y naciones vecinas.
María Lionza posee una dimensión híbrida, mística y móvil, sincrética del sistema formal e informal de lo mágico religioso, razón que lleva a establecer que la Doña, como popularmente le dicen, no tiene inicio cierto, ni final previsible en el tiempo.
Son más de 25 relatos o teorías sobre el origen de la diosa, los que sumados a la conceptualización particular de cada devoto, hacen compleja la tarea de ofrecer una definición exacta de la venerada deidad. A continuación transcribo una de las leyendas más aceptadas sobre la Doña:
Maria Lionza fue una doncella Nívar, hija encantada de un poderoso cacique de Nirgua. El Chamán de la aldea había predicho que cuando naciera una niña de ojos extraños, ojos color verde agua, había que sacrificarla y ofrendarla al Dueño de Agua, al Gran Anaconda por que si no vendría la ruina perpetua y la extinción de los Nívar. Pero su padre fue incapaz de hacerlo. Y escondió a la niña en una cueva de la montaña, con 22 guerreros que la vigilaban e impedían su salida. Ella tenia prohibido verse en los espejos de agua. Pero un día una fuerza misteriosa adormeció a los guardianes y la bella joven salio de la cueva y camino hasta el lago, descubriendo su propio reflejo en el agua. Ella estaba encantada con su visión. Así despertó al Dueño de Agua al Gran Anaconda, quien emergió de las profundidades, enamorándose de ella y atrayéndola hacia si. En el lago Maria Lionza y la poderosa serpiente celebraron una comunión espiritual y mística. cuando su padre descubrió la unión, intento separarlos. Entonces la Anaconda creció se hizo enorme y estallo provocando una gran inundación que arrasó con la aldea y su gente. Desde ese día Maria Lionza se volvió la Diosa protectora de las Aguas Dulces, Los Bosques y Los Animales Silvestres.
Ahora bien, desde la percepción espiritual, María Lionza se puede definir como una entidad de energía inconmensurable e inagotable que inspira verdaderos cambios tanto en las personas que la siguen con devoción como en los que indirectamente se relacionan con ella, pareciera uno de esos ángeles enviados por la Divinidad Superior para guiar a los espíritus encarnados por la compleja experiencia de la vida humana, siempre en harás del progreso.
En próximas entregas ahondaré en la definiciones especificas del espiritismo como doctrina y el culto a María Lionza y sus Cortes Espirituales. Continuará...
Namasté
Miguel Arturo Cabrera
Caracas, Venezuela
Orientador Espiritual y Couch de Vida, Motivador
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@espiritumístico / @migue3218
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