lunes, 6 de febrero de 2017

Saber Recibir

Dar y recibir son parte del mismo acto. Manifestaciones del amor infinito y puro.
Saber RECIBIR es tan importante como saber DAR. Porque van de la mano. Por ello, es menester insistir en la depuración mental, liberándonos de los programas limitantes que se hallen enquistados en zonas oscuras de nuestro subconsciente, tanto en lo individual como en lo colectivo y que impiden el natural desenvolvimiento del Ser.

Más que aprender, toca despertar y recordar cómo interactúa esta vital función del Espíritu.
Recibe sin juzgar, permite que el presente se manifieste tal y como es. Conviértete en observador acucioso de cuanto sucede en torno a un pensamiento, sentimiento, acción o emoción.
Descubre la enseñanza escondida tras lo que recibas, bien espiritual o materialmente, ambas inclusive.
Primero hazte consciente de lo que te DAS a ti mismo. ¿Te das respeto? ¿Te das salud? ¿Te das libertad? ¿Te das amor? Y es que lo que recibes es proporcional a lo que das y mientras más fuerte sea tu convicción, mayor será tu noción y verás con claridad que estás dándote.
Si deseas dar amor, recuerda como recibir amor.
Realmente no se requiere de mucho. Solo una mente dispuesta a expandirse y convertirse en aliado incondicional del Ser Interno, ese eterno y paciente bien queriente, que reside en la esencia de cada individuo.
Hoy, como parte de tu práctica espiritual, deja ir cualquier duda acerca de tu merecimiento para recibir la abundante bendición de Dios. Acéptalas sea cual sea la forma en que se presente, sobre todo cuando parezca que te son adversas.
Abre mente y corazón al gozo, el amor, la prosperidad y todo bien en la vida. Permite a otros el placer de proporcionarte bendiciones en amplitud y diversidad de maneras, nada es insignificante para quien sabe recibir. Acepta con gratitud cumplidos, regalos materiales, sugerencias, críticas y demás bendiciones de tu vida, porque demandaste y te fue dado lo que deseabas.
Aprender a recibir es parte de la ecuación de saber dar, y si no, pregúntale a tu corazón, que mediante sístole y diástole comprueban físicamente este arte de dar y recibir.
Con fuerza, luz y elevación
Miguel Arturo Cabrera

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